TEMA 3: LA FIGURA DE LA MUJER TRABAJADORA

Desde tiempos remotos, el hombre ha sido el principal representante familiar. La mujer no tenia ni voz ni voto, simplemente se le consideraba “buena” para trabajar en el campo de sol a sol y terminada la jornada laboral dedicarse a atender las tareas del hogar y cuidar a los hijos. El hombre estaba exento de realizar estas tareas por el simple hecho de ser el varón y el cabeza de familia.

Esta figura de la mujer no estaba reconocida en las antiguas sociedades ya que era simplemente su obligación. A pesar de que la mujer se ha incorporado desde hace bastantes años al mundo laboral parece que su identidad sigue considerándose a la mujer como si el hogar fuera su hábitat natural y el otro un campo restringido. En los últimos años, la sociedad moderna está consiguiendo sobre todo por parte de los colectivos de mujeres, que la figura de la mujer trabajadora evolucione hacia una mujer autónoma, respetada y valorada por su trabajo.

Pero este desarrollo femenino no se produce en todas partes, ya que en aquellos países pocos industrializados y pobres, actualmente sigue considerándose a la mujer (sobre todo las más pobres o en mayor situación de vulnerabilidad, como las trabajadoras inmigrantes. ) como las encargada de realizar las tareas del hogar, de cuidado de los hijos y de sus mayores, además de trabajar en el campo. Esas tareas, esenciales para la reproducción social, suelen ser las menos valoradas a la hora de reconocer derechos. Que esta situación se revierta depende de muchos factores. Ante todo, de que las mujeres puedan incorporarse en condiciones dignas y con capacidad de decisión al mundo político, laboral, económico y cultural. Pero también de que los hombres entren al espacio doméstico para cumplir con sus deberes de contribución.

El trayecto es largo y todavía queda mucho por andar. Hombres y mujeres aún no somos iguales, pero este es un logro de tarde o temprano se debe de conseguir para poder luchar por una igualdad digna.